¿Sabías que tu niño interior puede estar guiando tu vida sin que te des cuenta?
¿Sabías que tu niño interior puede estar guiando tu vida sin que te des cuenta?
Sanar esas heridas emocionales es el primer paso para transformar tu presente y vivir con más paz.
El niño interior es la parte de ti que alberga todas las emociones, miedos, alegrías y heridas de tu infancia. Estas experiencias no desaparecen con el tiempo; se quedan en un segundo plano y, a menudo sin que te des cuenta, influyen en la forma en que te relacionas contigo mismo y con los demás en tu vida adulta.
Las pequeñas situaciones a veces dejan una marca profunda. Puede ser que tu padre o madre prestara más atención a otro de tus hermanos y todo lo que querías era sentirte visto. A veces, la necesidad de que uno de tus padres trabajara mucho puede ser interpretada por tu niño interior como abandono. No siempre se trata de un gran trauma.
Si no te sentiste escuchado o cuidado en tu infancia, es común que esos patrones se repitan en tu vida adulta. Esto puede manifestarse como:
● Inseguridades y miedos que parecen no tener un origen claro.
● Dificultad para poner límites o para confiar en los demás.
● Dependencia emocional hacia una persona o algo en particular.
● Sentimiento de insatisfacción constante o la necesidad de alejarse de las personas justo cuando se está creando un vínculo afectivo.
Conviértete en el adulto que tu niño interior necesitaba
Trabajar en tu niño interior es un acto de amor propio y valentía. Implica darte permiso para atender esas partes de ti que necesitan cuidado, escucharte y comenzar a sanar con cariño. Un paso fundamental en este proceso es aceptar la realidad de tu pasado. Esto significa dejar de esperar que tus padres te den lo que no pudieron darte. Se trata de perdonarlos y aceptarlos tal como son, lo cual te libera de una enorme carga emocional.
Sin embargo, el niño interior no solo guarda las heridas; también es la fuente de tu alegría más pura, la curiosidad que te impulsa a aprender, tu creatividad y esa capacidad de asombrarte con las pequeñas cosas de la vida. Sanar no es solo liberarte del dolor, sino también reconectar con esa espontaneidad y entusiasmo que quizás perdiste en el camino.
Para comenzar este proceso, puedes probar con ejercicios sencillos:
- La escritura: Escribe una carta a ese niño o niña que fuiste. Pregúntale qué sentía, qué necesitaba y qué le gustaría hacer ahora.
- La visualización: Cierra los ojos y visualiza a ese niño. Dale un abrazo, ofrécele un espacio seguro y dile que ahora estás ahí para cuidarlo.
Cuando haces este trabajo, todo empieza a cambiar: te sientes más auténtico, tus relaciones mejoran, tomas decisiones más claras y vives con más libertad y bienestar. Sanar a tu niño interior es el mejor regalo que puedes hacerte para vivir una vida plena.
Si sientes que algo te frena o que repites los mismos errores una y otra vez, la terapia puede ser ese espacio seguro donde tu niño interior finalmente sea escuchado y cuidado. ¿Quieres empezar este camino?
